miércoles, 13 de marzo de 2013

Piquetitos Color Rosa


Eres la tempestad coagulada en el simbolismo perfecto
de un beat enterrado, en la atmósfera atormentada,
por el humo de un tabaco que se tarda en quemar.

Se somete, a mi verdad. Se tranquiliza con mi liviandad.
Jugamos a llorar. Aunque la risa nos gana.
Sus ojos de gato, su parecido a la perfección.
El fanatismo a encontrarme hundido pero feliz.

Rastro de soledad, pedazo de frío en un altar
que se adhiere al espejo de mis mejillas
que encierran un girasol, dorado y verde
que por detrás, es una decisión cometida
sin dedos ni pestañas.

Tu cabello se concentra en las palabras
de mil fuegos, los diablos lamen tu cuerpo.
Y yo, desde acá, fugaz y asesino
los clavo con una mortandad
de dulces piquetitos color rosa.

Los rocío con agua del recuerdo, los pinto,
los dejo ciegos, los amarro con mis labios
con mi aroma de tormenta perdida,
espiral felino, me vigila el grosor de una herida,
me perfumean los tintes incesantes.

No entiendo, tu rota, boca rota. Tus nogas, niegan
mi rota. La ruta de la ternura, las lágrimas que salen
para remar, marear y alcanzarte.
Pasean por tlatelolco y somos gotas.
Gotas de gatos. Gastos por los gestos que se agotan.
La ciudad, se presta a nuestros encantos.

Eres la luz ciega, difuminada con las ganas
de alguien más. Pero yo andando entre
arboledas. Sólo a mi, rojo como azul.
Tú, madera, como el orificio de tu cabeza, donde
entra todo menos yo. Y si nos sumamos no somos dos.
Una almohada para ambos. Un beso para tiyparami.

Déjame llegar hasta tu puerta y abre. Amor mío.

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